domingo, 29 de agosto de 2010

Viento del pueblo, de Rai Ferrer

La edición de Viento del pueblo se produce en el marco del centenario de la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

Nos encontramos con 187 páginas de historia gráfica. Cómic, dirán algunos. Lo que queráis. Dibujos, ilustraciones, montaje y texto de Rai Ferrer, más la aportación de algunas ilustraciones firmadas por Carlos Azagra.

Una fórmula, la de la historia gráfica, que el ilustrador burgalés (conocido por su trabajo en publicaciones como el El viejo topo y el extinto Diario 16) ya utilizó para reconstruir la biografía de Buenaventura Durruti.

Es Viento del pueblo un cómic que, hasta cierto punto, podría leerse como una novela de aventuras, pues cómo podría calificarse la historia de la CNT... Una organización nacida de las ruinas de la I Internacional, que fue ilegalizada una y mil veces, que empuñó la star en los años del pistolerismo empresarial y que siguió creciendo, incluso, desde las catacumbas de la clandestinidad forzada... Y hemos hablado solo de los primeros años de vida de la organización. Una historia de novela, sin duda, con sus montajes y sus amoríos, sus personajes rutilantes y la nómina de secundarios imprescindibles para que todo relato llegue a funcionar.

Rai Ferrer estructura la historia en quince pequeños capítulos, dotando al libro de un formato ideal para neófitos del movimiento libertario. También es digna de mención la labor editorial de la Fundación Anselmo Lorenzo, que en este año tan importante para toda la familia confederal (y aun con su local en obras), ha realizado un trabajo encomiable para estar a la altura de las fechas, facilitando la edición de varias obras más que interesantes sobre el movimiento libertario y la anarcosindical.

domingo, 22 de agosto de 2010

Una historia del nihilismo

El libro no tiene autor. Se niega a sí mismo. Tan solo hallamos una dirección de correo electrónico tras la que se oculta el responsable de este pequeño librito que repasa la historia del nihilismo.

Lo conseguí por solo dos euros en el III Encuentro del Libro Anarquista de Salamanca, una verdadera fiesta para los amigos y amigas de la Idea.

Los emisarios de la nada: una historia del nihilismo ruso no es una aproximación inocente, qué va, nos encontramos ante un breve ensayo escrito desde el punto de vista de la historia posicionada, aquella que explicita su renuncia al objetivismo. Un trabajo donde se repasan los orígenes del movimiento nihilista, sus principios filosóficos y políticos, la sociología de sus militantes, su evolución, el mapa de sus corrientes, etc.

Interesantisimo. Y, sobre todo, porque leyendo este librito llegamos a superar la idea que equipara inexcusablemente nihilismo y terrorismo. Porque los nihilistas fueron mucho más que unos simples terroristas (aunque en ningún momento se niega que lo fueran). El autor nos habla de su labor propagandística, de sus inquietudes intelectuales, de la agitación que pretendían canalizar a través de sus periódicos y publicaciones, de sus valores avanzados... También se acerca el autor a las relaciones entre nihilismo y anarquismo (la contaminación mutua y el traspaso de líderes e ideólogos entre ambos movimientos).

Y sí, también se habla de terrorismo: de la propaganda por el hecho, el asesinato del zar Alejandro II o la oleada de atentados que llevaron a cabo grupos como Narodnaya volia (La voluntad del pueblo).

En definitiva, un breve pero interesante acercamiento a la historia de este movimiento que conmocionó la Rusia de mediados del siglo XIX.

lunes, 9 de agosto de 2010

El origen de Freetown

El enclave de Sierra Leona fue una consecuencia de la guerra que libraron Inglaterra y las trece colonias americanas. Su majestad prometió la libertad a los esclavos que se alistaran para ir al frente a combatir contra los independentistas americanos. Cuando el conflicto concluyó en derrota, los esclavos obtuvieron la libertad, pero como nadie quería que deambularan sin trabajo por las calles de Londres, los ingleses compraron un terreno en la costa africana, llevaron allí a los nuevos libertos y pusieron al territorio un nombre acorde con los recién llegados: "la ciudad de la libertad". Freetown empezó siendo el pueblecito de esos libertos, pero con el tiempo llegaron otros esclavos liberados por la policía inglesa de procedencia muy distintas, de modo que ese pueblo se convirtió a finales del XIX en el punto de encuentro de todas las razas africanas y en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. El mismo invento que Inglaterra había experimentado en Sierra Leona, lo probaría posteriormente Estados Unidos en Liberia.

- De Crónicas de ida y vuelta, Félix Oliva.
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